Inteligencia Emocional en el trabajo

Sigue siendo un tema de debate el determinar qué es más importante para el éxito profesional si el Coeficiente Intelectual o la Inteligencia Emocional en el trabajo. Muchas personas siguen inclinándose en favorecer al Coeficiente Intelectual como el indicador más relevante para estimar la capacidad de un individuo de alcanzar metas en el ambiente laboral, pero durante los últimos años el concepto de Inteligencia Emocional en el Trabajo ha tomado un protagonismo relevante entre los directores y CEOs de las empresas.

La Inteligencia Emocional le sirve a las personas para manejarse eficientemente en la mayoría de las situaciones tanto en el ámbito personal como en el trabajo. La Inteligencia Emocional en el trabajo interviene en la toma de decisiones favorables, calidad de las relaciones interpersonales y el apropiado control de las emociones como el enojo, la frustración o la apatía, entre otras. De esta manera, la influencia que tiene la Inteligencia Emocional en el trabajo sobre la capacidad del líder dentro del entorno profesional se hace evidente y se vuelve, de manera indiscutible, el factor determinante para el éxito del ejecutivo, muy por encima de otros tipos de inteligencia. Esto principalmente por el hecho de poder interactuar de manera apropiada e inteligente con los miembros de un equipo de trabajo y con sus jefes o directores.

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

Citando a Daniel Goleman, psicólogo Estadounidense, autor del libro más célebre sobre el tema: “La Inteligencia Emocional” (1985), la Inteligencia Emocional es “esa disposición que nos permite tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar amablemente nuestras relaciones o desarrollar lo que Aristóteles denominara la infrecuente capacidad de «enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto».

Tener Inteligencia Emocional significa poder percibir de forma adecuada cómo funciona el mundo y actuar de manera apropiada y responsable, comprendiendo y participando de manera inteligente para poder obtener los resultados que queremos en cualquier área de la vida. También involucra el auto-manejo de nuestras propias emociones, evitando estallidos emocionales injustificados de ira, frustración, culpa y otros sentimientos dañinos.

Fases de la Inteligencia Emocional

Según Daniel Goleman, la Inteligencia Emocional posee cuatro fases o etapas que funcionan de manera simultánea y que deberá desarrollar la persona que quiere tener maestría en Inteligencia Emocional:

  • Consciencia de las propias emociones, aquí la persona identifica y comprende lo que siente y por qué lo siente, entiende cómo el entorno le afecta de manera emocional.
  • Manejo de las propias emociones, en esta etapa la persona logra manejar productivamente lo que siente y lo que piensa. Para poder gestionar o manejar dichas emociones de manera conveniente, debe tener previa consciencia de ellas.
  • Consciencia de las emociones de los demás, en esta etapa la persona aprende a percibir cómo sienten y piensan las personas que forman parte de su entorno. También analiza y se preocupa por el comportamiento y las emociones de todas las personas involucradas en sus grupos de trabajo y sociales.
  • Manejo de las emociones de los demás, en esta etapa la persona adquiere plena consciencia de las emociones de los demás, esto le permite influir en ellos de manera juiciosa mediante acciones diseñadas para alcanzar una finalidad concreta ya sea en el trabajo o en su vida personal.

Se entiende así que el individuo que posee una Inteligencia Emocional Desarrollada logra comprender y gestionar las emociones propias y de quienes se rodea, con la finalidad de construir relaciones productivas. Logra hacerlo de manera consciente y reflexiva, intentando evitar siempre un estado anímico que lo perjudique, como la ira, el enojo o el arrepentimiento.

La Inteligencia Emocional en el Trabajo

La Inteligencia Emocional en el trabajo juega un rol determinante en todos los niveles de la cadena de mando. Si se toman en cuenta las fases diseñadas para comprender el complejo concepto de este tipo de inteligencia, fácilmente se puede asociar con el Liderazgo dentro de las empresas, donde es indispensable una interacción social eficiente para lograr el máximo desempeño de un equipo.

Un líder que posea una inteligencia emocional reducida o poco notable carecerá de la habilidad para gestionar, motivar y dirigir a los miembros de su equipo de trabajo. No podrá verlos como seres humanos que funcionan con base en emociones, sino que, al contrario, los verá como grises peones en un tablero de ajedrez, que funcionan siempre de la misma manera, pase lo que pase, y probablemente su respuesta automática será el enojo y la ira en contra de los empleados y por supuesto, los malos resultados para la organización. Por: Agustín Bravo.